Seguramente Johannes Gutenberg tenía en su cabeza la idea de dar volumen a sus textos, de poder tocar la palabras. Esta es la magia del termorrelieve. La posibilidad de dar una dimensión táctil a las letras la consiguió más tarde un equipo de estudiosos. Es un proceso que implicó crear una resina combinada y convertirla en polvos, y pasarla por una fuente de calor. Así se conseguía dar volumen a la tinta.
Pocas imprentas en toda España realizan este proceso e imprenta GrafiCar hace termorelieve en Barcelona desde hace más de 25 años como el primer día. Te explicamos cómo conseguimos un óptimo termorrelieve:
El original debe ser sin tramas (conjuntos de puntos para dar intensidad al color) que saturarían la superficie. Existen tres variedades de polvos arresinados, grueso, medio y fino (sin tener en cuenta el plata y el oro) el polvo hace que se junten los puntos de la trama emborrachándola al ganar volumen. El tipo de letra sobre una superficie satinada debe ser como mínimo un cuerpo 6.
Es aconsejable que el material sea una cartulina satinada, estucada o no, tipo bristol. En un material liso es cuando se aprecia más el relieve de la letra.
A muchos clientes les gustaría una cartulina verjurada, pero les advertimos que no es la mejor opción. La letra queda brillante pero el verjurado o la textura de la cartulina se come el relieve.
Es aconsejable que la tinta offset tenga poco secado, tipo edición. La máquina hay que llevarla cargada de tinta sin que llegue a engrasarse.
El pasado por los polvos debe ser uniforme en todas las partes del termorelieve, que ninguna de las zonas se quede sin el color blanquecino de haber sido alcanzado por el polvo resinoso.
Debemos sacudir la hoja suavemente para que todas las partículas del material que no se han adherido a la tinta sean retornadas a la bandeja. Con dos pequeños golpecitos a la hoja basta.
La temperatura del horno va ligada con la velocidad de la máquina y debe ser la exacta. La temperatura debe ser mayor a mayor velocidad. Si la disminuimos debemos bajar la temperatura. Si la velocidad del proceso ha sido muy rápida y el calor no es suficiente se podrán apreciar restos de polvos sin fundirse. Si por el contrario le ha afectado demasiado el calor entonces el termorrelieve queda aplastado, demasiado cocido y mate. La calibración ha de ser muy precisa, puede depender de unos segundos de exposición de más o de menos. También hay que tener en cuenta el sentido de la fibra en la cartulina, ya que el abarquillado podría hacer que se chamuscasen las esquinas al tocar con las resistencias del horno.
El almacenado y el secado debe ser de pocas hojas, evitando que se peguen las unas a las otras. El material en un par de horas está listo para el siguiente proceso.
El guillotinado con la cuchilla bien afilada debe ser en picos pequeños y poca presión para no aplastar el relieve y dejarlo mate. Corremos el peligro de que la diferencia de altura de las zonas con termorrelieve nos haga torcer el corte, por ello debemos poner especial cuidado en esta parte del acabado.
No es un trabajo fácil y se realiza manualmente gran parte del proceso. Esta técnica permite impresionantes resultados gráficos de una gran vistosidad y textura, por eso se utiliza para tarjetas de visita y de lujo.
Gracias a nuestra larga trayectoria podemos garantizar un resultado de calidad diferencial. La satisfacción del cliente vale la pena.
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